domingo, junio 04, 2006

Episodio IX

En el que el narrador danza y se agita entre los escombros. Sobre él, un nuevo invierno llora sus primeros copos de nieve.

Él, y todos los testimonios que nos quedan de esa época lo aseveran, ya se ha convertido en el más malvado de los seres. Lo sabe, sonríe bajo la máscara mientras prosigue el baile.

Su visión del mundo ha sufrido una metamorfosis. Su forma de pensar ha sido trastocada, como la de todos sus coetáneos. Pero la suya, y así lo confirman numerosas fuentes, ya no será la misma nunca. Lo veremos en sus actos futuros, se irá haciendo más evidente su declive, su desviación.

Es otra manera, menos dulce, de decir que las cortinas se abren ya para mostrar al mundo el primer acto. En la escena, un hombre o una estatua se mira las manos, detenido en un instante indefinible. Esta imagen fija se llama Trascendencia.

( Sólo podemos hacer una reconstrucción burda del momento, porque este episodio ha quedado vedado a los ojos de la historia, como tantos otros acontecimientos clave, lo que sigue no son más que conjeturas, y como eso se las debe evaluar)

Selasi levanta la vista, clava en los ojos de un compañero aspirante su mirada gris y comprende que su colega no puede ver nada.

Sólo con su mente, Selasi les ha dejado ciegos.

Lo lee en la sonrisa que le devuelve, lo nota en la indiferencia de los que le rodean. Donde debería haber un cerco inamovible de émpatas y censores, está la animada cháchara del comedor a última hora, el entrechocar de platos y cubiertos. Donde debería estar la férrea presa que la Academia ejerce sobre las emociones de sus pupilos, hay aire para respirar. Selasi aparta los muros emocionales que en estos años le han enseñado a levantar, para hacerlo más fuerte, para hacer de él un negociador más duro, se permite a sí mismo sentir esperanza.

Y nada sucede. O más bien sucede lo inaudito, esto es, nada.

Puede asumirse que la situación se hace tan insoportable que Selasi abandona bruscamente el comedor y sale al patio, donde golpea furiosa la borrasca, donde los censores de guardia le pueden ver. Y aunque su comportamiento es analizado durante esa noche y las semanas siguientes, los émpatas no son capaces de penetrar la máscara. "Calmado, fluido en el ademán, levemente eufórico dentro de lo tolerable, no hay indicios de crisis o de manía"; puede leerse hoy el informe de la censora jefe, en el museo que se erige donde una vez estuvo la Academia.

Estas son las primera líneas de la revelación, es aquí donde la jungla se convierte en sendero. Estos son los primeros pasos que da el guía.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Your episode has become tiresome. Your effort to entertain me is both commendable und grotesque, but has resulted in failure.

3:48 a. m.  

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